siguió la lluvia
siguió
y siguió lloviendo
después él no pudo dejar de mirarla
su mano
su mano ahora
su mano siempre
su mano flaca
rozo los dedos
los dedos de ella
los dedos blancos
los fríos dedos
los dedos solos
solo sus dedos
sus dedos quietos
los dedos y ella
debajo de una lluvia
debajo de un paraguas
apenas mojados
ellos
rozándose los dedos
no hablaron
no pudieron hablar
o no supieron
que seria la lluvia
abrazando sus espaldas esa tarde amarilla
una forma de amar
nada más que un paraguas
y unos dedos
que ya nunca dejarían de lloverse.
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